miércoles, 1 de febrero de 2012

SWEEZY - CAPITULO I

Las aportaciones más relevantes en el área de la economía de Marx están relacionadas con el método. La propuesta metodológica de Marx se basa en el método abstracto-deductivo, es decir, el pasar de lo abstracto a lo concreto mediante aproximaciones. A pesar de estar claramente influenciado por sus predecesores clásicos, en el método de Marx se observan cambios que lo apartan de éstos; para Marx, la abstracción en sí misma no produce ningún tipo de conocimiento, sino que es una herramienta para poder proporcionárnoslo. Para poder utilizar correctamente esta herramienta que es la abstracción, habrá que tener en cuenta primeramente en qué la vamos a utilizar, y por último identificar claramente los elementos esenciales de nuestro problema.

Sin embargo aplicar el método de Marx no es tan sencillo, puesto que la aplicación dependerá de cada persona, y no todo el mundo lo hará de igual manera, cada cual parte de un punto de vista diferente. Otro aspecto que también hace que aplicar el método de Marx no sea fácil es que no existe una fórmula única para poder separar lo esencial de lo no esencial, con lo que incluso dos personas observando una misma cosa, y abstrayendo sobre esa misma materia, podrán llegar a conclusiones distintas.

Las principales teorías de Marx se centran en lo económico; no es que pensara que todo se podía reducir a términos económicos, pero sus principales estudios se centran en la forma en que lo económico y lo no económico influía en la sociedad, y por tanto en la existencia. La principal hipótesis de Marx al respecto se centraba en que la base para el cambio social se encontraba en los medios de producción y la lucha de clases, es decir, la lucha entre capitalistas y obreros, burguesía y proletariado. Para llegar a esta hipótesis, Marx inicialmente partió de la base que todas las relaciones sociales estaban alejadas entre sí, salvo la existente entre capital y trabajo; seguidamente redujo la relación entre capital y trabajo a su forma más representativa, que son las relaciones que se dan entre capital y trabajo en el ámbito de la industria.

Centrándonos de nuevo en el método y la abstracción, un aspecto importante de la misma es no distanciarse de la realidad observada y tener siempre en cuenta que cuanto mayor sea la abstracción, mayor será el carácter provisional de la información obtenida.

El método usado por Marx es ante todo histórico; para él la realidad social forma parte de este conjunto histórico, un proceso que en principio no tiene fin. Este proceso no es mecánico, sino que es producto del resultado de la acción humana, y esta acción dependerá de la sociedad en que se desarrolle. Mientras que para los no marxistas todo es transitorio, salvo el capitalismo, para Marx éste puede ser víctima de los cambios provocados por la acción humana, y por tanto es y debe ser cuestionado.

Al contrario que muchos de los autores que coexistieron en su tiempo, Marx nunca perdió de vista el asunto de las crisis, si bien no entró nunca al análisis detallado y conciso de dicho problema. Marx trató de las crisis pero en niveles de abstracción tales, que por el camino dejó muchos de los aspectos esenciales de las mismas, por tanto al quedar los análisis incompletos, fueron los seguidores de la escuela marxista los que completaron la tarea.

Con respecto a la producción simple de mercancías, el principio que rige todos los intercambios es mercancía-dinero-mercancía. Con la introducción del dinero y la desaparición del sistema de trueques, es cuando aparece la posibilidad de que estallen crisis, ya que el principio básico (mercancía-dinero-mercancía) se puede truncar en cualquier momento en que falte dinero para comprar, o bien habiendo vendido mi mercancía y teniendo dinero, decida no volver a comprar, con lo que tendremos mercancías sin vender y necesidades sin satisfacer. Sin embargo en un sistema de producción simple de mercancías, la probabilidad de que estalle una crisis es bastante escasa, salvo catástrofe natural o guerra, dado que lo normal será que el ciclo continúe de forma progresiva, y solo en ciertos casos se producirá una acumulación de dinero (no gasto mi dinero) a largo plazo.

Basándose en el funcionamiento del sistema de producción simple de mercancías, los economistas clásicos dieron por hecho que ésta funcionaba de igual manera que la producción capitalista (ejemplo: ley de Say, una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad), de tal manera que se pensaba que el principio básico de intercambios no podía romperse o interrumpirse, con lo que se suponía que tampoco podrían estallar crisis o sobreproducción.
Sin embargo estas teorías han quedado claramente desfasadas, dado que de todos son conocidas las periódicas crisis del sistema capitalista. Para Marx el principio de mercancía-dinero-mercancía era absurdo, ya que no existe la obligación de comprar para vender; venta y compra son dos acciones separadas en tiempo y espacio, por tanto el supuesto de dejar de comprar y seguir vendiendo es posible, y existiendo la posibilidad puede darse la crisis.
La principal diferencia entonces entre el sistema simple de producción y el sistema capitalista es que en éste último, se convierte dinero en mercancía, y la mercancía produce una cantidad de dinero superior a la inicial; por tanto el principio de intercambios sería dinero-mercancía-dinero. Otra de las diferencias además sería que en éste ámbito el capitalista se mueve por el afán de acumular, mientras que el obrero lo hace para sobrevivir y asegurarse un futuro para cuando su fuerza de trabajo no se pueda vender.
Dado que la finalidad del sistema capitalista es la acumulación de capital, la crisis en el sistema es mucho más probable, ya que dependerá del parecer del capitalista. En el momento en que la ganancia disminuya, éste podrá optar por dos caminos: en el primero de ellos, al disminuir la tasa de ganancia, el capitalista reduce la circulación de su dinero y por tanto se produce sobreproducción.
En el segundo caso, el capitalista reduce las operaciones y el resultado es también crisis, ya que el capitalista puede guardar su dinero e invertirlo en otro momento.

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